miércoles, abril 06, 2016
Entre ruinas y cenizas estrecho mi mano con la gárgola fría de mentiras en los ojos y sonrisa torcida.
Mientras las lúgubres sombras envuelven el día, me pierdo en el frenético viento que escapa de sus gritos y el cálido ritmo de sus susurros.
Al caer la noche, silencios y pecados se encierran en pequeñas cajas herméticas para no contaminar la enferma felicidad que engatusa con sucios trucos pero araña el idealismo de una mente insana.
El secreto está es esconder bien las llaves de esas perversas cajas.
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