sábado, julio 12, 2014
Vértigo cuando miro atrás y la superficie está demasiado lejos. Vértigo cuando no encuentro una mano que soporte mi peso.
No recuerdo cuando la seda se volvió tan áspera, ni cuando las cicatrices empezaron a contar historias.
Como una tormenta de verano, una capa de nocturnidad se posó sobre el día eterno.
Ahora la luna me entretiene para que no me escape jamás, me engaña con esa suave luz y así peque de sinceridad. Aún así la considero talismán.
Que miedos solo sean escalofríos del pasado triturados y arrojados a un mar revuelto, que se eleven y su polvo se convierta en nada, y así los inútiles dejen paso a los verdaderamente sabios. Porque me cansé de regar malas hierbas, me cansé de alimentar desperdicios.
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