domingo, febrero 23, 2014
Lluvia tan fina que se clava en el rostro como un millón de agujas. Fría, haciendo honor a mis sentimientos. Es el mismo camino de todos los días, no espero nada, es lo mejor.
Ya probé la sangre sin dolor y sigo enjaulada en un mar de dudas que me arrastra a la nada. Abrí los ojos, me evadí, escuché, me alejé, lo intenté y no hago más que encerrarme en un vulgar circo de sentimientos que no comprendo y quizás nunca lo haga.
No puedes luchar contra la naturaleza, esto no son cables y plástico, si no sangre y venas. Nadie dijo que esto tuviera que tener sentido, puede que la nada sea mi camino.